Porsche - Regreso a casa
Regreso a casa
 

Regreso a casa

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«Sascha» y sus creadores
Uno de los cuatro prototipos de «Sascha» en la Riesrennen de 1922, en Graz (Austria). A la izquierda del vehículo se ve a Alexander, conde de Kolowrat, a la derecha al joven Ferry Porsche y detrás a su padre Ferdinand.

Vuelta a los orígenes: hace más de 100 años, Ferdinand Porsche construyó un coche de carreras único en Wiener Neustadt (Austria), el Austro-Daimler ADS-R apodado «Sascha». Hoy traemos de vuelta a casa al antiguo ganador de su categoría en la Targa Florio.

Se gira la manivela con fuerza, se pisa ligeramente el acelerador... y entonces se oye el sonido que todo el mundo está esperando. Los transeúntes sacan sus teléfonos, los dueños de los cafés salen a la terraza y brotan caras curiosas en las ventanas de los edificios históricos. Todos saben que ese no es el rugido de un vehículo normal. ¡Y tienen razón! El sonido pleno y potente procede del motor de cuatro cilindros y 1,1 litros refrigerado por agua de un Austro-Daimler ADS-R, un coche de carreras diseñado por Ferdinand Porsche hace más de 100 años. En la actualidad es el modelo más antiguo del Museo Porsche que se puede conducir, y el hombre al volante es Jan Heidak, supervisor técnico de vehículos y el empleado más joven del taller del museo. Junto con su maestro, Kuno Werner, ha dedicado meses a que el coche de época vuelva a estar en condiciones de circular. Hoy, para Christophorus, se lo llevan de vuelta a su lugar de nacimiento, la localidad de Wiener Neustadt en Austria.

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Viaje en el tiempo
Jan Heidak, supervisor técnico de vehículos en el taller del Museo Porsche, lleva a «Sascha» a dar una vuelta por la Catedral de Wiener Neustadt en 2023.

El sueño de un visionario

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Conduciendo sobre gravilla
En los entrenamientos previos a la carrera de Riederberg, en la Baja Austria, el propio conde de Kolowrat conduce uno de los cuatro prototipos.

En 1920, Ferdinand Porsche estaba maquinando una idea con visión de futuro. A sus 45 años, por aquel entonces era director general del fabricante de automóviles Austro-Daimler en Wiener Neustadt, a más de 60 kilómetros al sur de Viena. Esa idea era un coche pequeño para el pueblo, en grandes cantidades, ligero y asequible. Ferdinand Porsche, que ya era un diseñador conocido en la época, se adelantó así décadas a la posterior motorización masiva. Porsche encontró un aliado en Alexander Joseph, conde de Kolowrat-Krakowsky, apodado «Sascha». Kolowrat era socio de Austro-Daimler, productor de cine y un entusiasta de los deportes de motor. El vehículo de serie previsto requería la aprobación de la junta directiva de Austro-Daimler, que se mostró escéptica ante el proyecto. Porsche estaba seguro de que una buena actuación en una carrera sería ideal para convencer a los críticos así que, además del pequeño coche previsto con una cilindrada de solo 1100 centímetros cúbicos, también realizó una versión de carreras, el ADS-R. Como Kolowrat financió el proyecto, el coche se bautizó con su nombre: «Sascha». El resultado fue un coche de carreras de solo 598 kilogramos inspirado en el cuatro plazas de serie. En 1922 se estrenaron cuatro prototipos en la Targa Florio, la exigente carrera por la sierra de la Madonia, en Sicilia. Los coches no se terminaron hasta poco antes de la prueba. Mientras estaban todavía en el tren, los empleados de Porsche pintaron las cuatro carrocerías de aluminio de rojo para evitar que destacaran y pudieran ser robados en Italia. Para distinguirlos más fácilmente a distancia, Kolowrat los decoró con símbolos de naipes.

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Estreno en Sicilia
El Austro-Daimler ADS-R en la Targa Florio de 1922. Lambert Pocher está al volante del coche con el número 3, y detrás del «3» se puede ver a Ferdinand Porsche con una gorra de visera.

Tres de ellos partieron en la categoría de 1,1 litros. Kolowrat, que conducía él mismo un prototipo, abandonó con daños en el motor, pero los otros dos lograron una doble victoria en su categoría. El cuarto bólido «Sascha», con un motor de 1,5 litros, hizo frente a una dura competencia en la clase abierta y tras 432 kilómetros, 6000 curvas y pendientes de hasta el 12,5 %, alcanzó el 19.º puesto de la general. Su velocidad máxima llegó a 144 km/h. El éxito del ADS-R se celebró en la prensa italiana, que habló de «la revelación de la Targa Florio». Lo especial era que «Sascha» competía contra coches con motores hasta cinco veces más potentes, pero al final solo fue 8 km/h más lento en cuanto a velocidad media. La junta directiva de Austro-Daimler también tomó nota de aquello pero se mantuvo inactiva, de modo que «Sascha» siguió compitiendo y obtuvo otras 22 victorias en 52 carreras. A pesar de todo, acabaron manifestándose en contra de la producción en serie por razones financieras, por la inflación y por considerar a Austria demasiado pequeña como mercado. Por tanto, la cosa se quedó en los pocos prototipos del ADS-R y en la idea de Ferdinand Porsche de un coche ligero y barato, que persiguió sin descanso.

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En Wiener Neustadt, «Sascha» luce muy bien con la caja de herramientas de madera en la parte trasera, incluso más de 100 años después.

Por fin en casa

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Boxes
Alfred Neubauer y el mecánico de carreras Georg Auer conducen a «Sascha» en la pista de pruebas de Austro-Daimler en 1922.

«Sascha» ha vuelto a Wiener Neustadt en 2023. Hoy, el sol proyecta su luz sobre la Herrengasse. Muchos de los edificios de la calle son monumentos catalogados, y algunos datan incluso de la Edad Media. Entonces Jan Heidak pisa el acelerador y, después de más de un siglo, «Sascha» se mueve de nuevo por este lugar haciendo la ronda por el casco antiguo, rodeando la catedral románica tardía y atravesando la puerta de la Reckturm, del siglo XIII. Este es aproximadamente el aspecto que debía tener cuando los habitantes de Wiener Neustadt disfrutaron ya de este mismo espectáculo en su día. Aunque muchos elementos de entonces vinculados a Porsche ya no están en pie hoy en día —las naves de la fábrica Austro-Daimler, por ejemplo—, calles como la Ferdinand-Porsche-Ring sí rinden homenaje al legado histórico.

Hoy en día, Heidak es el único que sabe lo que se siente al conducir el bólido. «”Sascha” se hizo para superficies diferentes. En realidad tiene demasiado agarre, vamos excesivamente rápido y hay fuerzas elevadas», admite durante un descanso. «Pero es tremendamente divertido. Sientes cada vibración y oyes cómo va el motor. No hay dirección asistida. Necesitas mucha fuerza y sensibilidad». Añade que es imprescindible llevar gafas, ya que las ruedas delanteras levantan polvo de la carretera, pero todo eso es un placer para Heidak. «Y un absoluto honor conducir en este entorno».

Aprendiendo de Ferdinand Porsche

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Jan Heidak y Kuno Werner
vuelven a poner en marcha el motor de cuatro cilindros en línea.

Entonces vuelve a subirse al coche de carreras. No hay cinturones de seguridad ni luces. Junto al asiento del conductor hay otro de emergencia para el mecánico, algo habitual en los coches de carreras de la época. También los pedales son inusuales, con el embrague a la izquierda, el freno a la derecha y el acelerador en el centro. «Solo cuando empezamos el proyecto nos dimos cuenta de que aún nos faltaban muchas cosas por entender sobre “Sascha”», relata el maestro del taller, Kuno Werner. «Para revivir la cadena cinemática tuvimos que pensar como los diseñadores de antaño». Es cierto que el Museo Porsche se ocupa de más de 700 vehículos históricos, pero no hay muchos de esa época. «Los frenos de cable, por ejemplo, son muy raros de ver hoy en día», explica Werner. «Para el motor recurrimos a la ayuda de un experto en grupos motopropulsores de antes de la guerra». Primero hubo que fabricar algunas herramientas especiales para la restauración. Al mismo tiempo, los expertos reconocieron las primeras características del ADN actual de Porsche. «La construcción ligera de aluminio, el centro de gravedad bajo», relata Werner. «Ese es el hilo conductor de nuestros deportivos». Por aquel entonces el aluminio era aún más caro que hoy, pero Ferdinand Porsche decidió usarlo a pesar de todo en aras de las prestaciones, que también están indisolublemente ligadas al nombre Porsche hasta el día de hoy.

El renacimiento es el principio

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Prueba de conducción superada
Tras dos días en Wiener Neustadt, Jan Heidak y Kuno Werner constatan que «Sascha» funciona tan bien como hace más de 100 años.

Por la tarde, de repente, el coche se avería. Se intenta arrancarlo, empujarlo... todo en vano. El nerviosismo se apodera del equipo, pero no de Werner y Heidak. Sin intercambiar muchas palabras, se ponen manos a la obra con precisas intervenciones. No han pasado ni quince minutos cuando volvemos a oír el sonido ya familiar del coche de carreras. «Hubo que cambiar una bujía», explica Werner. «Estas cosas son bastante normales con un vehículo tan antiguo en pleno funcionamiento. No nos cogió de sorpresa». El propio Werner es el reflejo de que probablemente nunca se deja de aprender. A sus 49 años, lleva ya casi 27 trabajando en Porsche y, aun así, el proyecto fue todo un reto. «Al principio, en realidad no tenía ninguna relación con “Sascha”», explica. «Para mí, la historia de la empresa empieza más tarde, pero cuando buceas en el pasado y reencuentras muchas cosas que conocemos de otros coches, es algo impresionante». Ahora el bólido funciona como antes: 598 kilogramos de peso en vacío, 50 CV a 4500 rpm, cuatro cilindros en línea con árbol de levas en cabeza y 1100 centímetros cúbicos de cilindrada. «Es un trabajo de ensueño», afirma Heidak cuando se le pregunta por la experiencia. «Trabajamos en el taller del museo con vehículos de más de 100 años de historia y, entre ellos, destacan algunos como “Sascha”, que es único».

El joven de 29 años da una última vuelta conduciendo a través de la Burggasse y a lo largo de la muralla histórica de la ciudad. Kuno Werner se queda a un lado de la carretera sonriendo satisfecho. «El hecho de que hayamos podido traer a “Sascha” de vuelta a casa es el resultado de un gran esfuerzo de equipo», afirma. Con la ayuda de compañeros del centro de desarrollo de Weissach, empleados jubilados o proveedores de servicios externos, la restauración fue un proyecto gigantesco. «Pero eso solo ha sido el principio», subraya Werner. En el futuro, «Sascha» seguirá participando en las actividades de la empresa y dando testimonio de las raíces de Porsche.

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Jan Heidak sigue los pasos del conde de Kolowrat, aquí en el Parque de la Academia de Wiener Neustadt.

Texto Matthias Kriegel
Fotografía Heiko Simayer